La primera movilización opositora para tratar de llegar al palacio de Gobierno, tras las protestas antigubernamentales del año pasado en Venezuela no pudo alcanzar su objetivo.
La protesta había generado gran expectativa debido a las tensiones que se han desatado en el país tras el atentado con drones que sufrió el 4 de agosto el presidente Nicolás Maduro durante un desfile en el centro de Caracas, incidente por el que han sido apresadas catorce personas, entre ellas, un general y un coronel de la Guardia Nacional y un diputado opositor.
Al grito de “¡¿Y cuál revolución, si en los hospitales no tenemos ni algodón!?”, varios cientos de médicos y enfermeras vestidos con uniformes y batas blancas, sonando ollas, pitos y cornetas, intentaron infructuosamente por más de dos horas avanzar por una de las avenidas del centro de la capital, que da al palacio presidencial, pero las fuerzas de seguridad les impidieron el paso.
“No somos delincuentes. Venimos a exigirle al presidente lo que hemos pedido durante estos 54 días, que son insumos para los hospitales”, afirmó Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermas de Caracas, tras asegurar que pese a las acciones de las fuerzas de seguridad los empleados de sector salud seguirán en las calles para exigirle al gobierno que atienda la crisis de los hospitales.
Mientras gritaba “¡Señor presidente, a usted lo invitamos a que viva usted con el sueldo que ganamos!”, Mónica Arangure, una enfermera de 39 años vestida de uniforme blanco y portando una corona amarilla en la cabeza y una banda en su pecho que decía “Mis Necesidades”, indicó que estaba decidida a seguir protestando porque “ya no tengo ni como vivir”.
Arangure relató que recibe un ingreso mensual de 73 centavos de dólar que no le alcanza para mantenerse ella y su hija, nueve años, y que tuvo que buscar otros empleos como repostera y peluquera para completar su ingreso familiar. “Tengo meses que no como carne ni pollo y ya estoy harta de comer solo sardinas”, agregó.
El Fondo Monetario Internacional anunció que la inflación podría llegar en Venezuela a un millón por ciento al cierre del año, una tasa récord en la región que llevaría el país petrolero a una situación similar a la que enfrentó Alemania en 1923 o Zimbabue en 2008.
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